jueves, 26 de marzo de 2009
Athanai: "La música es libertad"
ANTO VEGA.- Tras dotar de fuerza y sentido a la conjura sonora de Habana Blues, Athanai se encuentra al frente de un nuevo proyecto personal, que ha bautizado como “Creando Milicia”.” La música es libertad “, suele sentenciar y, bajo este convencimiento, ha tomado el camino de llegar a su público sin atajos, de forma directa, dejando aún lado las redes de un mercado propenso a crear espejismos, que acaban devorando la esencia y creatividad de muchos de los artistas que se pliegan ante los intereses comerciales. Y este camino, lo ha tomado con sonidos surgidos de un rock metálico armado con los destellos de un rap vivo, potente y callejero. Sonidos de guitarras metálicas y versos comprometidos, marcan sus pasos musicales, alejados de reclamos que pudieran acercarle a una industria cada vez más apoltronada en la radio fórmula.
Temas como “Di quien fue”, “Trabajar”, “Terrorista” o “Alquiler”, son un reflejo claro de la nueva declaración de intenciones que mueve a este artista, surgido en la vital y enfermiza Habana de los noventa. Allí fue capaz de encontrar su propio espacio de libertad para crear. Y aquí y ahora, vuelve a abrirse camino para dar rienda suelta y continuidad a una obra llena de canciones que respiran compromiso.
Su fuerza interpretativa, que conjuga con sonoridades tan divergentes como el grounge, el funk o el rap, tamizados con su personal toque cubano, conforma un potentísimo directo, dominado por su presencia escénica y el respaldo de una banda que sabe llevar a cabo su propuesta.
Diego Manrique, crítico de El País, le tildó como “una de esas maravillosas anomalías caribeñas que brotan en condiciones desfavorables”. Lo dijo tras la presentación del segundo disco del artista, “A Castro le gusta el rock” (Factoría Autor-2004), en la sala Honky Town. Y fue un acierto, porque la sincera apuesta de Athanai es una potente anomalía, de la que brota energía a raudales, surgida en estos tiempos en que la santificada industria apuesta con entusiasmo por el “más de lo mismo”.
Athanai es, sencillamente, un soplo de aire fresco, en estos días donde abundan las fotocopias musicales de artistas, surgidos bajo el paraguas de discográficas adormecidas. Escucharle en temas como “Muévelo un poquito” o su “Séptimo Cielo” sirve para calibrar todo la calidad que atesora este habanero de nacimiento y madrileño de adopción. Un tipo que enseguida te pone a gozar y que, incluso, sabe interpretar boleros.
jueves, 19 de marzo de 2009
Vanito Brown,‘Hay un juglar queriendo que te sientas bien…..’
Por
René Espí.-Fueron tiempos de esperanza los que animaron a La Habana de finales de la década del ochenta. A lo lejos se hablaba de cambios, aperturas, y la ciudad latía, entre otras cosas, gracias a la magia de la radio y los pequeños espacios donde, en un ambiente de fraterna complicidad, se trovaba hasta el amanecer. Desde el programa ‘El salón de los juglares’, Radio Ciudad de La Habana (la emisora joven de la capital) promovía noveles promesas, en especial los muchachos de la peña de 13 y 8 del Vedado quienes con sus canciones iban conformando esa suerte de oasis necesario entre el rutinario amasijo generado por la trova más aceptada.
La música, a pesar de ser fenómeno vivo, en constante movimiento y evolución, ha padecido en Cuba, reiteradamente, del mal de las etiquetas. A finales de los ochenta esta importante avalancha de trovadores -vistas y comprobadas sus muchas diferencias con la trova más oficial- fue bautizada como la ‘novísima trova’.
Vanito Brown, o sencillamente Vanito, como lo siento más cercano, es un gran cantante y compositor y como parte de ese importante fenómeno evolutivo dentro de la canción cubana llegó a convertirse además en una de las voces que identifica su generación. En 1987 ingresó al Instituto Superior de Arte de La Habana complementando sus estudios de Artes Escénicas con la composición musical, factor clave que le permitirá en 1994 fundar la banda ‘Lucha Almada’ donde comparte además el apartado vocal con otro notable intérprete y compositor: Alejandro Gutierrez.
El empaste de sus voces, además de la resonancia que encuentran sus temas en el público cubano de esos difíciles años serán claves en el éxito de la banda. Por fortuna esta etapa inicial de experimentación quedó registrada en el álbum ‘Vendiéndolo todo’, grabado por el sello BisMusic en la Habana entre julio y agosto de 1995.
En su discografía, desde las primeras canciones grabadas en demos (de las cuales habría que rescatar unas cuantas), pasando al trabajo con ‘Lucha Almada’, hasta llegar a su labor como complemento importante dentro del proyecto ‘Habana Abierta’, Vanito se nos desvela como un artista coherente. Algo que no es fácil lograr y mantener en un mundo marcado hasta el infinito por las tendencias del comercio, donde muchas veces el músico deja de ser un artista para ser considerado simple producto.
Vanito Brown ha mantenido en sus textos y músicas el ángel, ese duende imprescindible que le permite seguir dibujando canciones, fundiendo géneros como el pop, el rock, el rap con la guaracha, la guajira, el montuno, y por supuesto la infaltable conga santiaguera.
Aún donde los ritmos imponen la fiesta, la picaresca, o el sabroso ‘despelote cubano’, este juglar que se llama Vanito Brown no pierde la ternura, y con una bomba del carajo, con el mismo sentimiento de siempre, comparte con nosotros su luz, haciéndonos partícipes de su inacabable alegría, la misma que anima e infunde esperanzas a una isla lejana, a pesar de los pesares, contra viento y marea
René Espí.-Fueron tiempos de esperanza los que animaron a La Habana de finales de la década del ochenta. A lo lejos se hablaba de cambios, aperturas, y la ciudad latía, entre otras cosas, gracias a la magia de la radio y los pequeños espacios donde, en un ambiente de fraterna complicidad, se trovaba hasta el amanecer. Desde el programa ‘El salón de los juglares’, Radio Ciudad de La Habana (la emisora joven de la capital) promovía noveles promesas, en especial los muchachos de la peña de 13 y 8 del Vedado quienes con sus canciones iban conformando esa suerte de oasis necesario entre el rutinario amasijo generado por la trova más aceptada.
La música, a pesar de ser fenómeno vivo, en constante movimiento y evolución, ha padecido en Cuba, reiteradamente, del mal de las etiquetas. A finales de los ochenta esta importante avalancha de trovadores -vistas y comprobadas sus muchas diferencias con la trova más oficial- fue bautizada como la ‘novísima trova’.
Vanito Brown, o sencillamente Vanito, como lo siento más cercano, es un gran cantante y compositor y como parte de ese importante fenómeno evolutivo dentro de la canción cubana llegó a convertirse además en una de las voces que identifica su generación. En 1987 ingresó al Instituto Superior de Arte de La Habana complementando sus estudios de Artes Escénicas con la composición musical, factor clave que le permitirá en 1994 fundar la banda ‘Lucha Almada’ donde comparte además el apartado vocal con otro notable intérprete y compositor: Alejandro Gutierrez.
El empaste de sus voces, además de la resonancia que encuentran sus temas en el público cubano de esos difíciles años serán claves en el éxito de la banda. Por fortuna esta etapa inicial de experimentación quedó registrada en el álbum ‘Vendiéndolo todo’, grabado por el sello BisMusic en la Habana entre julio y agosto de 1995.
En su discografía, desde las primeras canciones grabadas en demos (de las cuales habría que rescatar unas cuantas), pasando al trabajo con ‘Lucha Almada’, hasta llegar a su labor como complemento importante dentro del proyecto ‘Habana Abierta’, Vanito se nos desvela como un artista coherente. Algo que no es fácil lograr y mantener en un mundo marcado hasta el infinito por las tendencias del comercio, donde muchas veces el músico deja de ser un artista para ser considerado simple producto.
Vanito Brown ha mantenido en sus textos y músicas el ángel, ese duende imprescindible que le permite seguir dibujando canciones, fundiendo géneros como el pop, el rock, el rap con la guaracha, la guajira, el montuno, y por supuesto la infaltable conga santiaguera.
Aún donde los ritmos imponen la fiesta, la picaresca, o el sabroso ‘despelote cubano’, este juglar que se llama Vanito Brown no pierde la ternura, y con una bomba del carajo, con el mismo sentimiento de siempre, comparte con nosotros su luz, haciéndonos partícipes de su inacabable alegría, la misma que anima e infunde esperanzas a una isla lejana, a pesar de los pesares, contra viento y marea
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