lunes, 1 de septiembre de 2008

Feelin, en el recuerdo



Alguien escucharía un tema y descargaría ese latiguillo sin pretensión... pero, lo que fue una mera expresión de compadreo, acabó convirtiéndose en el alma definitoria de un estilo musical cubano. Una oxigenante corriente en la evolución de la canción y el bolero que creció al calor de la descarga nocturnal habanera de mediados de los años cuarenta.

Pero años antes -pues siempre hubo un antes- compositores como René Touzet, Juan Bruno Tarraza, Mario Fernández Porta, Orlando de la Rosa, Julio Gutierrez, Adolfo Guzmán y Bobby Collazo, entre otros, comenzaron a dar a conocer obras que, sin querer, sin proponérselo, fueron libertando las armonias, ampliando el sentido de las frases musicales. Las letras a su vez fueron dejando atrás el espíritu estrictamente lírico de sus antecesoras de los años treinta, menos encartonadas, para contar historias un tanto más atrevidas, para su tiempo, claro está.

Ellos fueron los precursores. Los que -sobre todo armónicamente- comenzaron a reformar el aire de los boleros tradicionales. Pero esta evolución, como casi ninguna que se produce en el campo musical, puede considerarse básicamente 'pura'. Cuando Touzet escribe 'No te importe saber' corre el año 1938 y a la par, a través de los discos, la radio, y las películas, que empezaban a tener sonido, llegó a Cuba por oleadas el fenómeno del swing. Y como en los años veinte había sucedido con los fox trots, y otros géneros del Norte, esta modalidad del jazz cautivó a las masas, sobre todo teniendo en cuenta otro elemento adicional: el crooner. Este cancionero, que ya había hecho su aparición en los escenarios con Bing Crosby, alcanza gran aceptación para 1938 con un desgarbado cantante de origen italiano que despierta la atención del gran público: Frank Sinatra.

A mediados de los cuarenta, recién superada la segunda guerra mundial, el mundo vive la post guerra con inmensa alegría. En Cuba se potencia la radio como medio importantísimo de promoción, ya no sólo para los músicos cubanos. La Habana, convertida en plaza artística, pone en función de sus artistas las salas cinematográficas donde, entre tanda y tanda de películas, se presentan los más variados y atractivos shows musicales. Todo este ambiente por supuesto que sirve de crisol perfecto para la creación, difusión y evolución de nuevas maneras.
Un ambiente más que propicio para la creación y la conjunción de los talentos de un grupo de jóvenes ávidos musicalmente de nuevas maneras de expresar y hacer la canción.

En el cálido entorno de la 'descarga' (como se llama en Cuba a este tipo de reuniones de amigos y familiares) las canciones de Rosendo Ruiz Quevedo, Ñico Rojas, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Jorge Mazón, Luis Yáñez, Niño Rivera, entre otros, consolidan esta modalidad que ellos mismos, sin querer, comienzan a definir como 'feelin' cuando crean una especie de consejo que aprueba las creaciones de sus compañeros.

'Tiene 'feelin'' es un salvoconducto a la posteridad para una canción cuando el 'Club del feelin' (nombre que también adoptan) le confiere ese apelativo a una nueva creación de alguno de sus miembros. Y así como hay canciones con feelin, lógicamente en Cuba han existido infinidad de cantantes con ese sello. Recordemos a los precursores Olga Rivero, Miguel de Gonzalo, Pepe Reyes, Elena Burke, Omara Portuondo, y el maravilloso José Antonio Méndez.

Como hemos visto, el 'feelin' fue y sigue siendo, una manera diferente de crear, sentir y expresar la canción. Como en el jazz, un buen intérprete de feelin no interpreta siempre de la misma manera un bolero. Fundamentalmente, más que las cualidades vocales, lo que se tiene en cuenta es 'la bomba', o sea, 'tener el corazón puesto en lo que se canta' .

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